viernes, 30 de septiembre de 2011

Final (final)

Salí de Odarko con la cabeza dando vueltas, terminar haciendo un trió con el Camarero y mi ex vecino, apoyados en la barra con toda la gente mirando, fue lo que llamaría yo una buena despedida de uno de mis sitios favoritos de Madrid, al final el que llega puteando, puteando se va.

Volví a sumergirme en la noche, a vagar por las calles sin rumbo definido como un fantasma que ya comenzaba a añorar aquel paisaje, en unas cuantas horas volvería a la vida mundana, a la vida de luz que había dejado congelada, me parecía tan brillante, tan normal, tan planeada que pensar en eso me daba asco, ya sentía el arraigo de quien abandona el hogar que construyó sin intención, sentía bajo mis pies las raíces profundas que crecieron desde el momento en que decidí construirme desde la nada que te entrega el ser inmigrante, llegar solo, bajar de ese avión es como salir del vientre materno, un segundo nacimiento -esta vez consiente- te libera y te deja decidir quien quieres ser y yo era ese... ese al que le comían la verga apoyado en la barra de Odarko, ese que -habiendo sido un tipo promedio- se había construido un halo de misticismo y seducción, ese que era el primero en encarnar el juego al que otros querían entrar... nunca mejor dicho.

Urge en mis bolsillos para buscar el mechero cuando note que no tenía las llaves de casa, tal vez en el bar, tal vez en una cama, no tenía idea donde las había dejado pero ya daba lo mismo, eran las 5 de la mañana y no iba a despertar a Antonio para que me abriese la puerta, la última señal que me dio esa ciudad fue enviarme a pasar la noche al único sitio donde encontraría una superficie acolchada para dormir...la sauna.

Gracioso como la vida es cíclica, como un círculo en donde pasas varias veces por donde mismo con una carga de experiencias mayor cada vez. Cuando entre a la sauna no pude evitar recordar la primera vez, no inocente pero si primerizo en el escenario, sin saber bien como moverme o donde ir, esta vez fui directo a una cabina privada y espere con un cigarrillo en la puerta, no paso mucho rato cuando un Alemán me tenía a cuatro patas gimiendo con su verga dentro, me gustan los Alemanes, grandotes, buena dotación, morbosos... si, fue un buen polvo el que me dio, se corrió sobre mi culo, luego me corrí yo sobre mi panza, lo despaché, cerré el habitáculo con llave y me quede dormido.

Desperté con un poco de resaca a eso de las 8:30, salí de mi "habitación" rumbo a las duchas pero se me cruzó un buen culito joven -de unos 19 años- colombiano y bueno, quien es uno para decirle que no a un culo lampiño, bronceado, parado y sin mucho recorrido, me lo folle como se folla cuando se despierta, yo creo que el niñato quedo feliz de recibir esa, la que yo pensaba que era la última corrida en Madrid, en la boca porque me lo agradeció compartiendo un poco de mi leche en un buen beso blanco antes de desaparecer por los pasillos, yo me duché y salí.

La mañana me recibió gris, triste y melancólica, las nubes oscuras esperaron a que me sentara en el café de la Opera para comenzar un llanto leve y sedoso como las lágrimas que caen cuando la emoción es pura y solitaria, caían esas gotitas manejadas por Dalí en una danza surrealista dibujando ondas y espirales en el suelo, fue el último momento mágico que he vivido, sentado en ese café exhausto de follar, con la cara fría y los labios hirviendo con un cafe amargo, el teatro real de fondo, mis labios con olor a sexo, mis manos con olor a sexo, mi alma con sabor a sexo, la lluvia limpiándome, preparándome, esa mañana un par de gotas de lluvia se me escaparon a mi también y firmaron el cuadro húmedo del suelo de Madrid, esa noche al subir al avión -lo que paso en los baños del aeropuerto no vale una línea de este blog- me deje a mi mismo sentado en ese café, auténtico y libre me abandone al cruzar la puerta del Airbus, una versión masculina de Penelope tejiendo un autoretrato inmóvil mientras se espera a si mismo, esperando que lo recuerde, esperando sin esperanza sino con conocimiento que, en una mañana de lluvia veraniega, vuelva a salir de esa sauna con la cara serena y el cuerpo cansado de tanto follar.