lunes, 21 de noviembre de 2016

"Quién no se ha visto a si mismo con los ojos de la soledad ni ha llorado en sus brazos ni ha salido a caminar solo con su compañía, no es sincero al compartir su vida con alguien pues no comparte nada, solo delega en los brazos de otra persona su incapacidad para ser quien es. Tampoco ama realmente pues no se puede amar a alguien sin antes amarse a si mismo y nadie puede amarse a si mismo si no sabe quien es."
“Y tendría yo que sentarme en la hierba fresca,
alli donde la tierra se extiende mas alla del horizonte, 
echar raíces que escarben profundo entre las rocas 
y esconder mis penas donde las nos halle ningún hombre. 

Hare de mi piel corteza dura y arrugada, 
en cada hendidura grabaré un nombre, 
como una galería de fantasías arruinadas, 
como el mausoleo de mi soledad tallada en Roble. 

Creceré y creceré queriendo tocar la nostalgia de un atardecer de cobre, 
creceré y seré como un árbol, eterno, inmóvil, sin temores, 
mi sonrisa florecida allá en la copa, 
en lo alto, donde el tiempo no la toque”.

sábado, 15 de agosto de 2015

Fragmento de "la biografía desautorizada del que no supo amar"

"Al final, todo lo que queríamos era ser felices, era que nuestra cama fuera la más mullida para nosotros, que nuestra casa fuera el refugio donde poder bailar sin que nos vieran, queríamos que nuestros amigos rieran con nosotros y -en esa risa contagiosa- que se nos escaparan unos te quiero, queríamos luchar por la mañana para que no quedaran estrellas sin contar por las noches, queríamos amar a una persona y en sus ojos construir sueños y esperanzas, queríamos que nos amaran y que todo lo anterior cobrara sentido. Pero no nos avisaron que por cada semana muere un sueño, que las ciudades no nos dejarían ver las estrellas, que en los tiempos en que nos tocaría luchar por nuestros sueños, un "like" en una foto valía más que un te quiero sincero y que -en la soledad de una cama fría- terminaríamos por desear haber querido cualquier otra cosa, alguna de esas que vendían en el mall, tal vez, alguna cosa de aquellas que no fallan, que no duelen, que no matan, alguna de esas "nuevas simples cosas" y es que las cosas simples que deseamos de niños terminaron por volverse un bien de lujo, un lujo escaso, ajeno, distante, un lujo olvidado e inútil"


miércoles, 1 de abril de 2015

Carta de (des)Amor

Si tan solo me hubieses dicho que te ibas, yo hubiese abierto la puerta para ti, te hubiese abrazado una última vez, hubiese besado tu frente deseándote lo mejor y, sin lagrimas en los ojos, hubiese visto tu espalda alejarse antes de cerrar la puerta y echarme a descansar en el sofá. Pero nunca fuiste de pedir permiso, entraste por una ventana mal cerrada, y te fuiste sin avisar, dejando la puerta abierta, yo incrédulo pero esperanzado me quedé en el portal, fumando un cigarrillo y otro esperando a que volvieras, a que volvieras al menos a cerrar la puerta que yo nunca abrí, la puerta cuyas bisagras oxidas no puedo cerrar.

No se cuanto tiempo ha pasado ya, no voy nunca a al escritorio a ver el calendario por miedo a que pases por fuera y no te vea, ya no duermo ni follo en mi habitación, lo mas lejos que entra la gente es al sofá del salón e, incluso cuando estoy con algún otro en él, lo hago mirando hacia afuera -no vaya a ser que te arrepientas antes de llegar-. 

Asi que si algún día pasas por aquí, acercate a mi portal, si me ves con un "hola basta", sin rencores, sin remordimientos, sin explicaciones -no hay peor explicación que la que llega demasiado tarde- pero si, lo único que me debes, es cerrar la puerta por la que te fuiste, para al fin poder echarme en el sofá y esta vez, tal vez si, con una lagrima, cerrar los ojos y descansar.

lunes, 23 de marzo de 2015

El que espera

Siempre me ha llamado la atención la gente que espera, el mundo está lleno de ellos, en los aeropuertos con caras de desarraigo, en las plazas sentados sobre sus propias canas e historias, gente que espera en las escalas del metro como esperando a cruzarse con el amor.
Esta mañana decidí esperar junto a uno de ellos y en las escalas del metro Bellas Artes me senté a esperar, mientras el mundo pasaba por delante mio, esperé viendo pasar los minutos uno a uno -odio no poder fumar cuando espero- mi pierna agitada y la sensación de que mi teléfono vibraba me desconcentraban, a mi lado aquel que esperaba lo hacía tranquilo como sabiendo algo que yo ignoraba, al pasar poco tiempo, no se, dos horas, comencé a aburrirme como ostra y me desesperé, dos horas de retraso en la oficina no sonaban bien, cuando algo increíble pasó.
De entre una fantasía flúor multicolor vi pasar a tres asiáticas, las tres con caras de entre hinata, usagi y tomoyo, a cada paso que daban su misteriosa alegría desbordaba en mi ánimo, guardando en su expresión secretos que gritaban consignas que para las que mi cabeza no tenía traducción. Tras ellas dos mapuche de sexo indefinido paseaban lágrimas con olor a esos canelos de hojas blancas que anuncian la llegada de la tormenta. Una entrepierna abultada, unas pechugas sin mucho bulto, cuatro enanos y dos ciegos, una chica -o era un chico- con un cachorro corriendo por las escalas, dos escolares gritando ternura, quise gritar también pero por ser adulto me lo tragué, siete lágrimas comenzaron a caer de mis ojos de mujer nostálgica cuando vi pasar al amor de mi vida de la mano con el otro amor de mi vida. Mi vida misma pasó caminando de la mano de la muerte que no sabe de amores mientras mis pies se refrescaban condescendientes en el lago que formaban ya mis siete lágrimas.
Tan fría era el agua del lago que dejé de sentir mis pies, la fiebre comenzó a subir por mi cuerpo, quise pedirle ayuda a mi compañero de espera pero se había ido con la puta que hace quince minutos había venido a cobrarle tres besos, la gente al pasar me miraba con una mezcla de compasión y repugnancia, las asiáticas me miraban -o tal vez no- mientras los mapuche bailaban a mi alrededor entonando verdades para las que nunca estuve preparado, cuando, sin aviso, perdí la vida sin que médico alguno se excusara con mi familia.
Mi teléfono volvió a vibrar -esta vez supe que vibraba realmente- mi jefe preguntando donde estaba, así que sequé el lago de mis siete lágrimas, me despedí de todos y así, con una vida menos, y cinco dudas más, me fui a la oficina.
L.P.Q.L.N

domingo, 25 de enero de 2015

Muesli y Café con Leche

-Te amo- Me dijo mientras me acercaba un pocillo con muesli y café con leche, el olor al pan tostándose llenaba su cocina decorada con esa mezcla de minimalismo y un honesto y carente abandono tan típica de la bohemia centralista de las grandes ciudades.
-No me amas- respondí yo.
-Te quiero entonces- Insistió.
-No puedes quererme, nos acabamos de conocer y aún cuando me quisieras, yo no puedo quererte, ni amarte, estoy de paso por aquí, no sabes mi nombre real, ni conoces mi historia, no me has visto reír honestamente ni llorar desconsolado, no sabes que fue lo que me hizo huir hasta aquí. 
-Vale, entonces te necesito, 
-Pero eso no es problema mio-
-No he dicho que lo sea, el problema es mio por dejarme absorber por la ciudad, por enamorarme de ella -que es incapaz de amar nadie- Madrid esta demasiado acompañada y todos los que aquí vivimos lo hacemos demasiado solos -déjame poner tomate en tus tostadas- te necesito para ser un poco más yo, aunque sea por una mañana, te necesito para acariciarte y así -al menos- sentir un cosquilleo en mis dedos cruzando tu cabeza. Te necesito para advertirte lo que a mi no me advirtieron, te necesito.

Una asomo de lágrima hizo el silencio mientras otra copa de café inundaba la cocina, tras los ventanales Serrat visitaba la gran ciudad en su balada, pero no era Otoño, era la lluvia de Invierno la lavaba los pecados en esa ciudad al norte del globo, al sur el verano hacía brotar las soledades que esperaban a mi regreso, mientras, algún administrativo del supermercado de calle Portugal proponía a su jefe importar muesli para la venta a precios razonables.

-Acércame el aceite de Oliva- le pedí ignorante, y me acurruqué a comer mis tostadas en su hombro.

sábado, 4 de agosto de 2012

Orgasmo?

La piel en mis manos se siente tirante, esta curtida por el frió de este invierno que ha tenido mas de glaciación que de otra cosa, me las miro y me apenan, todo me apena últimamente; el frío que es el vaho de la soledad en mi piel, el calor que me recuerda tardes soleadas de felicidad mediterránea, la lluvia me entristece porque recuerdo que antes me alegraba y no se distinguir bien en que momento dejo de hacerlo, el viento que me susurraba de niño los secretos que venían desde un sur verde y repleto ahora no es mas que la brisa que mueve el cabello de los cuerpos sin alma que transitan por estas calles, esos cuerpos fríos alienados, proyectos fallidos de personas entre las que me confundo por las tardes.

Son las 21:15 de la noche y estoy sentado en el "Patio Bellavista" de Santiago, creo que alguna vez escribí una columna alabando el intento mejor logrado de darle un boulevard a esta ciudad infanta, sus callejuelas remodeladas, sus tiendas de artesanía, su lista de bares y su buena publicidad que lo llena de turistas solían trasladarme a otros destinos que mi espíritu de nómada soñaba con visitar. Ese era el tiempo en que me levantaba temprano para ir a sentarme al aeropuerto, frente a la salida de vuelos internacionales me estacionaba con mi computador a beber el único café que podía solventar y me pasaba horas leyendo, escribiendo y soñando, en los rostros de los pasajeros me imaginaba mundos aparte. El turista que llegaba desde una casa llena de espacios para colgar fotografías de destinos exóticos, el padre que volvía de un viaje de negocios a abrazar a sus niños, el ejecutivo apurado cuya Blackberry no le dejaba notar que había llegado a otro país y el hombre sin destino, ese pasajero que a primera vista tenía la mirada vacía pero que al mirar directo a sus ojos no tenía más que una profundidad insoldable, ese Nietzsche reencarnado que se detenía siempre frente al café me regalaba una sonrisa y se perdía en mis memorias.

Yo fui ese hombre, de alma reversible, de espíritu cambiante, ese hombre que no comienza de nuevo en cada lugar pues nunca terminó en ningún otro, ese hombre que no busca su hogar por el mundo porque su hogar es el mismo y el mundo nada más que la música que suena de fondo... acompañándole, el errante, el vagabundo que ve más arte en la mendicidad de Genet que en las mujeres de Neruda, el Ulises de los cíclopes de hormigón y vidrio,  el Vasco de Gama que aún no entiende las aplicaciones GPS de su Iphone, el caminante, el sin casa, Le Mat.

Ese hombre fui hasta que me perdí a mi mismo, me deje abandonado en alguna parte del atlántico y mi cuerpo vino a caer al mismo lugar donde había comenzado, nunca tuve un vida pues el mundo era mi vida así que tuve que inventarme una, improvisar cada mañana, inventar cada paso, practicar una sonrisa sin motivo, darle excusas a las palabras que reproduzco por memoria con una voz que no reconozco, interpretar un orgasmo que no ha sido más que un proceso biológico estudiado y explicable a través de enciclopedias, un orgasmo... lo pronuncio y del pasado me llega el eco de un mundo completo contenido en fracciones de segundo, vuelvo a pronunciarlo mientras siento mi sangre agolparse en mis mejillas, algo explicaba un orgasmo, una pregunta que ya no recuerdo, fue una respuesta que cayo conmigo al atlántico en ese vuelo en reversa que sufrí cual Juan Salvador Gaviota perdido en el siglo XXI.

Un sabor amargo como solía saber la nostalgia, creo, pero sin disfrute posible me llena la boca. sigo sentado en esta cafetería sintiéndome como una mosca posada sobre una gran novela; fuera de lugar, rodeado de un aura de repulsión, insignificante, invisible, inexplicablemente irónico. El frió se ha vuelto una constante aburrida y ociosa de la que no vale la pena quejarse, en treinta minutos entro a un trabajo que finjo disfrutar, un trabajo que no es menos mentira que la sensualidad aparente que adquiero al servir los whiskeys de botellon que me piden decenas de hombres por noche buscando el elixir que quita los miedos y baja pantalones, me pregunto si estarán buscando un orgasmo -de que buscan correrse esta claro, pero hablo de orgasmos- sabrán la pregunta correcta o solo representan, como he aprendido yo mismo a hacerlo? un papel difundido como aceptable y correcto en un escenario trabajado y construido a base de hipocresía mentiras y falsa complacencia? No lo averiguare esta noche, no quiero averiguarlo esta noche. Me leo hipócrita, me se adaptado, lo que no entiendo es esta sonrisa con la que termino mi descarga.