lunes, 24 de octubre de 2011

Invencible

El frío comenzaba a entrar en mis huesos, el labio inferior me temblaba y las manos comenzaban a tener un tono azulado, sentado en la Plaza Vazques de Mella la cabeza me daba vueltas, a los lejos un chino ofreciendo cervezas a los transeúntes, un poco mas cerca un par de yonquis se metían algo que no llegué a diferenciar, ahí figuraba yo sentado a medio sonreír, mezcla mal lograda de hipster y travesti pobre, a los pies de la fuente de agua conmemorativa de un hombre calvo cuyo nombre ya olvidé, vestido apenas con unos vaqueros y una camisa de cuadros de esas chulas que estuvieron de moda ese año, en la mano un cigarrillo, dentro del bóxer un bolsillo secreto con dos mil euros.

La verdad cuando decidí quedarme en Madrid en parte desee vivir aventuras inolvidables, en el más recóndito lugar de mi cabecita literata deseaba, morbósamente, sobrevivir a lo extremo, hundirme en la mierda más peligrosa y salir invicto o al menos con cicatrices que pudiese lucir orgulloso. Mis vacaciones habían terminado y la travestorra que me alojaba -obligada por ser el mejor amigo de su sobrina- se había ido hace un par de horas a Marbella, anunciándome pocos minutos antes que yo no podría quedarme solo en su casa por lo que tendría que buscar donde dormir, sonreí orgulloso y le dije "no te preocupes, ya encontraré algo", dejé mis maletas en casa de una vecina y me fuí a la calle, a las ocho de la noche, solo, con mi dinero a resguardo y un pequeño bolso con el portátil y un par de cosas más.

A las diez de la noche me junte con Adrián, un Argentino al que le venía coqueteando hace un par de días, bebimos una cerveza en un bar de Chueca, charlamos, coqueteamos y nos calentamos la polla hasta aceptarle la invitación para ir a follar a su casa, yo no se en que momento paso pero al levantarnos de la mesa mi bolso había desaparecido, arme un pequeño escándalo en el bar, pedí que facilitaran las cámaras de seguridad y llame a la policía... "si, tienes que venir a hacer la denuncia a la comisaría de Leganitos" fue la respuesta que esta no-tan-eficiente-cuerpo-policial me entregó, así que hacia allá partí con el Argentino, puse la denuncia después de esperar un rato sentado entre mas chinos, latinos y yonkees -Madrid no pareciera tener gente normal-  y luego salimos al invierno citadino, Adrián se fue después de insistir en lo del polvo, yo estaba en shock por lo que no pensaba mucho en sexo, pensaba en mis apuntes de la universidad, mis fotos, mis 80 gb de música y mi tesis, me volví a quedar solo. Ahora lo pienso y pocas veces estuve acompañado en esa ciudad, Adrián solo me acompañó a la comisaria con la esperanza ilusa de que necesitaría descargar tensiones sobre -o dentro- de su cuerpo luego del mal rato, vale con que el sexo ayuda a liberar tensiones pero... me pregunto hoy, quien habría utilizado a quien?

Sentado en la plaza Vazquez de Mella me descubro sonriendo, el labio aún me tiembla pero la curva que dibujan mis comisuras es inconfundible, estoy sonriendo. Tengo frío, mucho frío, son casi las 3 de la madrugada, estoy en un país que no es el mio, tengo frío, me han robado y no tengo donde pasar la noche... nada podría ser peor, pero yo sonrío, alegre y esperanzado me siento desfallecer, pequeño y orgulloso me paro y comienzo a caminar.

Algo entendía yo ya de Madrid, era un día miércoles por la noche pero sabía perfectamente donde ir, a dos calles de la plaza llegue a la puerta "¿que tal Hazzam?" salude al portero, "tranquilo tranquilo" me respondió con su acento Búlgaro a la vez que me abría la puerta, el calor de Why Not me templó el ánimo, baje las escaleras esas que te dan ganas de ponerte taconazos y saludar al público, con la mirada en alto y perdida, como queriendo dar un aire de desinterés me dirigí a la barra, Edurne -la rubia- corría en un huracán de sonrisa y ojos -que ojazos que tenía esa mujer- no sabía yo su nombre, no sabía de hecho que ese garito sería como el salón de mi casa y la rubia la que sacaría -sin apenas sospecharlo- mis nostalgias a punta de gin tonics, nada de eso lo veía venir, solo tenía un pequeño plan en mente, le pedí a esos ojos con mujer una copa y me planté ahí, como estatua griega sembrando la duda (amen por el quote) a esperar.

Así lo escribí esa noche en mi telefono:

"Son las 5:30 de la madrugada y un dildo me tiene el culo adolorido, un brasileño bastante promedio disfruta de su presa de día miércoles con entusiasmo, en un rato más se cansara de su dildo y me follara -soy su presa- con su garota verga -bastante promedio también- yo fingiré un poco de placer y después de un rato haré un par de movimientos que no fallan, se correrá dentro del preservativo y yo me excusare de acabar, diciendo que bebí mucho alcohol, me acercare a su costado y le abrazaré -su respiración aún agitada me felicitará y perdonará mi pecado- acariciaré su cabeza, su torso, sus brazos -agradeciendo el alojamiento- hasta que se dormirá en mi pecho, apagare la luz y dormiré tranquilo en una cama que no es mía a miles de kilómetros de aquella que espera mi regreso en una bodega mohosa."

A las  2:00 de la tarde de ese mismo día  el verde pistacho de mi habitación me reconfortará, no lo sabré aún pero el hostal donde he alquilado una habitación sería mi hogar por los próximos dos meses, en esa cama soñaré el Madrid que amo, en la habitación de ese hostal en el tercer piso sobre el bar "Why Not" me levantaría a medianoche para bajar donde la rubia después de horas de melancolía, desde ese balcón mirare las lunas por las noches sin sospechar que un año después lloraría en Santiago con la espina de la melancolía aún escociendo, dentro de esas cuatro paredes conoceré a uno de mis mejores amigos, en esa misma habitación comenzaré a escribir este blog, en el que vuelvo a publicar, ahora desde Santiago, sabiendo que sobreviví, aún hundido en la mierda, aun durmiendo en la calle, descubrí que parado en cualquier lugar del mundo puedo ser feliz y es que, después de todos esos meses aprendí....la felicidad es cosa de voluntad y saber manejar la polla


domingo, 16 de octubre de 2011

¿Que hacer?, pensaba triste el lobo -la sangre chorreando entre sus colmillos y el disfraz de oveja dos tallas menor aun a medio sacar-.