“Y tendría yo que sentarme en la hierba fresca,
alli donde la tierra se extiende mas alla del horizonte,
echar raíces que escarben profundo entre las rocas
y esconder mis penas donde
las nos halle ningún hombre.
Hare de mi piel corteza dura y arrugada,
en cada
hendidura grabaré un nombre,
como una galería de fantasías arruinadas,
como el
mausoleo de mi soledad tallada en Roble.
Creceré y creceré queriendo tocar la
nostalgia de un atardecer de cobre,
creceré y seré como un árbol, eterno,
inmóvil, sin temores,
mi sonrisa florecida allá en la copa,
en lo alto, donde
el tiempo no la toque”.
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