domingo, 25 de enero de 2015

Muesli y Café con Leche

-Te amo- Me dijo mientras me acercaba un pocillo con muesli y café con leche, el olor al pan tostándose llenaba su cocina decorada con esa mezcla de minimalismo y un honesto y carente abandono tan típica de la bohemia centralista de las grandes ciudades.
-No me amas- respondí yo.
-Te quiero entonces- Insistió.
-No puedes quererme, nos acabamos de conocer y aún cuando me quisieras, yo no puedo quererte, ni amarte, estoy de paso por aquí, no sabes mi nombre real, ni conoces mi historia, no me has visto reír honestamente ni llorar desconsolado, no sabes que fue lo que me hizo huir hasta aquí. 
-Vale, entonces te necesito, 
-Pero eso no es problema mio-
-No he dicho que lo sea, el problema es mio por dejarme absorber por la ciudad, por enamorarme de ella -que es incapaz de amar nadie- Madrid esta demasiado acompañada y todos los que aquí vivimos lo hacemos demasiado solos -déjame poner tomate en tus tostadas- te necesito para ser un poco más yo, aunque sea por una mañana, te necesito para acariciarte y así -al menos- sentir un cosquilleo en mis dedos cruzando tu cabeza. Te necesito para advertirte lo que a mi no me advirtieron, te necesito.

Una asomo de lágrima hizo el silencio mientras otra copa de café inundaba la cocina, tras los ventanales Serrat visitaba la gran ciudad en su balada, pero no era Otoño, era la lluvia de Invierno la lavaba los pecados en esa ciudad al norte del globo, al sur el verano hacía brotar las soledades que esperaban a mi regreso, mientras, algún administrativo del supermercado de calle Portugal proponía a su jefe importar muesli para la venta a precios razonables.

-Acércame el aceite de Oliva- le pedí ignorante, y me acurruqué a comer mis tostadas en su hombro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario