miércoles, 1 de abril de 2015

Carta de (des)Amor

Si tan solo me hubieses dicho que te ibas, yo hubiese abierto la puerta para ti, te hubiese abrazado una última vez, hubiese besado tu frente deseándote lo mejor y, sin lagrimas en los ojos, hubiese visto tu espalda alejarse antes de cerrar la puerta y echarme a descansar en el sofá. Pero nunca fuiste de pedir permiso, entraste por una ventana mal cerrada, y te fuiste sin avisar, dejando la puerta abierta, yo incrédulo pero esperanzado me quedé en el portal, fumando un cigarrillo y otro esperando a que volvieras, a que volvieras al menos a cerrar la puerta que yo nunca abrí, la puerta cuyas bisagras oxidas no puedo cerrar.

No se cuanto tiempo ha pasado ya, no voy nunca a al escritorio a ver el calendario por miedo a que pases por fuera y no te vea, ya no duermo ni follo en mi habitación, lo mas lejos que entra la gente es al sofá del salón e, incluso cuando estoy con algún otro en él, lo hago mirando hacia afuera -no vaya a ser que te arrepientas antes de llegar-. 

Asi que si algún día pasas por aquí, acercate a mi portal, si me ves con un "hola basta", sin rencores, sin remordimientos, sin explicaciones -no hay peor explicación que la que llega demasiado tarde- pero si, lo único que me debes, es cerrar la puerta por la que te fuiste, para al fin poder echarme en el sofá y esta vez, tal vez si, con una lagrima, cerrar los ojos y descansar.

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